Jorge Brito, un transformador

Con ideas y pasión, el empresario recientemente fallecido le agregó valor a toda la cadena de la carne.

Sigo conmovido y profundamente apenado por la desaparición del empresario Jorge Brito.

Tuve muy escaso contacto con él. Sólo un par de entrevistas, y en las dos con un solo tema: su pasión por la ganadería, que lo llevó a montar un modelo integrado que va desde un gran feedlot en Salta a una cadena de distribución, con carnicerías “sin sangre y sin grasa”, pasando por un frigorífico propio en el interior profundo de la provincia. De allí salen los cortes envasados al vacío con la misma preparación que llevan los cortes de exportación.

Mi último encuentro fue hace tres meses, en plena pandemia. Hablamos de vacas, novillos, maíz, cuota Hilton, los chinos, la carne con marca. Era un off the record, él tenía ganas de contarme sus últimos pasos. Y yo tenía ganas de escucharlo. Tampoco hubo un pacto de silencio, así que no lo traiciono si ahora les cuento lo que salió en la charla.

Lo primero que me dijo es que estaba duplicando su feedlot de Rio Juramento,

pasando de la primera unidad de 40 mil animales, a una segunda similar en otro lugar más alejado. Una obra civil (y vial) monumental. Tenía en ese momento 80 mil cabezas en engorde.

Se produce la mitad del maíz que consume, unas 120.000 toneladas por año. “Es la salida para el maíz –que es fundamental en la rotación—para un lugar a 1.500 km de los puertos”. Riega 3.500 hectáreas con equipos de pivote central, y otras 1.000 por manto.

Hace además otras 3.500 hectáreas de silo de maíz, con equipo propio. “Todo lo que funciona más de 150 días por año es propio. Pero las sembradoras no, porque tenemos que meter 16.000 hectáreas en pocos días y llamamos a contratistas. Pero el 80% de la maquinaria es propia”.

Los terneros entran al feedlot con 180 kg y salen con 370 a 430 kg.”.

Todo se faena en el Frigorífico Bermejo, en Pichanal. En medio de la nada, en el nordeste salteño, con una capacidad de faena de 8.000 animales por mes, casi todo de su propia producción. “Es lo que me permite asegurar una calidad uniforme y avanzar con lo que más me interesa, que es imponer la marca Cabaña Juramento”.

Hace cinco años comenzó a plasmar la idea de la cadena de carnicerías propias. “Tienen que ser propias, es un negocio muy difícil para franquiciar. Yo creo en un modelo de carnicería sin sangre y sin grasa, donde los cortes están en vitrinas y el cliente va fidelizándose porque sabe que la calidad es estable y constante”.

La apuesta es fuerte. Ya tiene cinco locales en CABA y otros tantos en zona norte. Ve que la única manera de avanzar es integrando consumo y exportación, para lo cual está convencido de su modelo de carnicerías limpias.

Y por supuesto, todo arranca en el lugar de origen. “Salta hasta hace unos años importaba carne. Ahora la abastecemos con carne producida y procesada en la misma provincia”.

Lo logró. Le agregó mucho valor a Salta y a la ganadería nacional. Protagonista de una enorme transformación. Puede descansar en paz.

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